1.- Cuando no te guste algo no digas “sí” inmediatamente solo para no herir los sentimientos de alguien o parecer “buena o linda”, mejor di lo que piensas o “lo voy a pensar” antes de aceptar carga extra de trabajo (del que además no recibirás crédito alguno ni dinero extra!) de aquél compañero de trabajo que se aprovecha de ti mientras usa su tiempo libre para rascarse la panza. O de aquél hombre guapísimo pero arrogante que se cree la última Coca-cola del desierto que quiere acostarse contigo de buenas a primeras sin siquiera invitarte a una o dos citas. No digas sencillamente “no” porque eso invita a la confrontación o a que la otra persona intente convencerte. Mejor explica, por ejemplo, lo ocupada que estás en un proyecto prioritario. El libro de “Manual de la perfecta cabrona” de Elizabeth Hilts usa otra variante: decir “yo creo que no”.
2.- La cabrona no se desgasta por algo que no lo vale, no se mete en discusiones de poca importancia ¿Para qué molestarse? Pero nunca teme mandar a nadie muy lejos si lo amerita.
3.-No ignora los problemas (que después te convierten en una olla a presión que puede explotar en cualquier minuto). Los habla directamente en forma calmada y razonada. No llorando y gritando (eso solo hará que el chico te tome por loca o que te pregunte si estas en tus días, en vez de tomarte seriamente y escucharte. Recuerda que el límite de atención de un hombre es de muy pocos minutos. Así que si le das vueltas a las cosas durante una hora no entenderá exactamente de qué se trata el problema.
Mejor siéntate tranquila con él después de pensar en la forma más clara de explicarle tus sentimientos. Si ambos toman una cerveza, mejor!. Y solo dile “Me molesta tal o cual comportamiento tuyo (por ejemplo llegar tarde cuando se ven) porque cuando ocurre, me siento de tal manera (por ej, que no respetas tanto mi tiempo como el tuyo). Ya ha ocurrido dos veces, apreciaría si tú hicieras esto o aquello (una acción concreta, por ejemplo, tratar de llegar puntualmente a las citas)…” Como verás, puedes decirlo en uno a tres minutos y será más efectivo que gritarle a moco tendido “es que tú no me quieres, siempre haces esto o aquello, eres un desconsiderado, bla bla bla”. También evita usar frases como “tú no me quieres por qué…”, “eres un desconsiderado”; no generalices “siempre haces …” en especial si aquello solo ha ocurrido una o dos veces o es un comportamiento nuevo.
Ponte en el lugar de tu chico, imagina que has hecho algo de lo que ni siquiera te has dado cuenta y de buenas a primeras, él te lanza un sermón llorando y recriminándote tu falta de sensibilidad. Puede ser algo que empezó por un malentendido u error muy sencillo, incluso insignificante para uno de los dos, pero ha ido creciendo hasta dudar del amor del otro o guardar rencor por algo que aparentemente no tiene conexión. Por eso piensa muy bien como plantear el problema de una forma entendible y lógica, de preferencia lo antes posible, antes de formar una tormenta en un vaso con agua. Llega al fondo del asunto y saber lo que causa el problema para poder resolverlo mejor.
Es más difícil malinterpretar una frase que un sermón de horas.
que padre
ResponderEliminar